sábado, 29 de enero de 2011

"¿Hacia un nuevo concepto de libertad de expresión?" por Nínawa Daher

El 30 de setiembre último se publicaron en el diario danés Jylands-Posten doce caricaturas de Mahoma, que luego fueron reproducidas el 10 de enero de este año por el noruego Magazines. Una de las doce caricaturas muestra a Mahoma con un turbante en forma de bomba y una mecha encendida. 

Las caricaturas habían pasado casi inadvertidas pero ante la segunda publicación las autoridades musulmanas consideraron que se trataba de una broma de mal gusto y llamaron a expresar su agravio. Casi en forma simultánea, decenas de países europeos se “solidarizaron” con el diario danés, reproduciendo ellos también, las caricaturas. Todo esto dio como resultado manifestaciones en varios países -árabes y no árabes- resultando con ello incidentes en varias marchas, conmoción, lamentables muertes, embajadas destrozadas, cierre de relaciones bilaterales, boicot a productos europeos y rescisión de contratos. A modo de ejemplo, vale destacar el caso de Pakistán, que llamó a enfriar relaciones con Dinamarca, España, Italia, Noruega, Francia y Nueva Zelanda (países que publicaron las caricaturas), además de prohibir la entrada de medicamentos europeos. Mismo malestar se sintió en la India, Irán, Bangla Desh, Malasia,Filipinas e Indonesia; por último, otro ejemplo es el de Arabia Saudita, que llamó a sus embajadores de Copenhague y Oslo en señal de protesta.

A raíz de este episodio, se suscitaron varias opiniones de distintos sectores. Se destaca el llamado del Papa, Benedicto XVI, quién afirmó que “la religión y los símbolos religiosos deberían ser respetados y no se debería provocar a costa de ellos”. Por su parte, el jeque Mohamed Hussein Fadlalá, uno de los más importantes líderes chiíes del Líbano, condenó las agresiones en algunos países islámicos tras la publicación de las viñetas del profeta Mahoma y pidió a los musulmanes que “eviten reacciones violentas, ya que perjudican la imagen y los valores del Islam”. Reacción especial tuvo el ahora ex ministro para las Reformas de Italia, Roberto Calderoni, quien salió a fabricar miles de remeras con la caricatura del profeta Mahoma para seguir con la ola de provocaciones. También las vistió y las repartió por las calles de Italia. El fin de su locura sucedió cuando le solicitó al Papa Benedicto XVI que inicie “una cruzada contra el Islam”. Finalmente,renunció a causa de las presiones del gobierno y la oposición, dejando un saldo de once muertos, por el enojo de los musulmanes en Libia, al quemar el consulado italiano, en Bengasi.

En cuanto a las disculpas, es de subrayar la del Primer Ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, quién pidió disculpas en la televisión árabe “por cualquier ofensa que haya causado” y agregó que el gobierno no era responsable por lo publicado por los periódicos. Por su parte, el diario noruego Magazines se disculpó por la publicación de las caricaturas y alegó “no haber tenido la intención de herir los sentimientos del mundo islámico”. En Francia, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, expresó sorpresa por la decisión del diario francés “France Soir’’ de republicar los dibujos, pero señaló que el derecho a criticar “es una parte no negociable de la democracia”.

Así y todo, La Unión Europea ya está pensando en redactar un código de conducta para medios de comunicación con el fin de evitar otro escándalocomo el sucedido.

Sospechosamente por casualidad, por esos turbulentos días, en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) de Madrid, España, el artista Oscar Seco expuso una obra de arte titulada “Los nazis y Jesucristo” en que aparece Jesús con un misil en la mano. La comunidad cristiana también se hizo oír, pero en menor medida.

Partiendo de la base que no todos los países árabes profesan la religión islámica, y que hay mayor cantidad de musulmanes en países no árabes, debemos tener en cuenta y recordar que los musulmanes son la quinta parte de la población mundial, siendo aproximadamente mil doscientos millones en la actualidad. Sólo el 18% vive en países árabes. Al resto lo encontramos en mayor medida en Indonesia, y luego en otros países de Asia y África, así como en Europa y en América toda.

Sabido es que sienten el más alto respeto por Mahoma o Muhammad, -fundador y profeta del Islam- y por su imagen. Por tradición milenaria, no representan su figura ni su rostro, ya que consideran que cualquier representación podría resultar errónea. Se ha vuelto esto ley religiosa a pesar de que no esté consignado específicamente en el Corán (Libro Sagrado donde están escritas las revelaciones de Dios a Mahoma y es fundamento de la religión musulmana).

Lo triste de este caso es que la imagen de Mahoma fue representada por un diario danés que nada tiene o entiende de los musulmanes, y para colmo, la representación dirige al lector hacia el pensamiento de que Mahoma es un terrorista. Por lo tanto, si la máxima autoridad de los musulmanes tiene una bomba en su cabeza, entonces todos los musulmanes son terroristas porque lo siguen a él y respetan sus enseñanzas.

Sin duda, se ha degradado la máxima autoridad de un credo, provocando un malestar que se agrega al sensible escenario del supuesto choque entre el Oriente y Occidente que intentan provocar.

 En el debate ideológico suscitado, la frase que más se escuchó fue “libertad de expresión”, sumada a conceptos acomodados de democracia, de intolerancia, de extremismo y de violencia. Digo acomodados, porque en esta nueva era donde prevalecen las mentiras, los complots, las conspiraciones y la tergiversación de lo hechos, se está intentado transmitir que se atacan libertades tan fundamentales como la de prensa. Sólo omiten algo fundamental: todos son libres hasta que afecten la libertad del otro. Sólo resta por saber si el concepto de “otro” vale también e igual para los que profesan la religión musulmana, en este nuevo escenario mundial.

Haciendo un repaso normativo para confirmar la protección internacional de los derechos en cuestión, notamos que tanto la libertad de prensa como la libertad de culto, son garantizadas unánimemente por todas las normas tanto de carácter nacional como internacional. Partiendo desde la definición de libertad de expresión decimos que “es el derecho constitucionalmente reconocido a todos los habitantes de la nación para publicar sus ideas por la prensa o verbalmente sin censura previa”. Por su parte, la libertad religiosa, “es el derecho del individuo de creer en otra religión y el de ejercer públicamente el culto que corresponda a su creencia.”

Comenzando con la Constitución Nacional, en su Art. 14, establece el derecho de publicar ideas por la prensa sin censura previa y de profesar libremente el culto. El artículo 75 inciso 22 de la mencionada Constitución, establece que tienen jerarquía constitucional ciertas convenciones y acuerdos internacionales. Así escomo la Declaración Universal de los Derechos Humanos (o la “Declaración”) establece en su artículo 1 que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, agregando luego el deber de comportarse fraternalmente los unos con los otros. Si quisiéramos aplicar esto a lo que está sucediendo en el mundo, pareciera ya una utopía la palabra fraternalismo, puesto que con la simple intención de dibujar esta caricatura, se está debilitando el mínimo respeto que debiera existir entre los habitantes de este mundo y sus creencias.

Continuando con la “Declaración”, el artículo 2 establece que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en ese instrumento normativo, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión pública o de cualquier otra índole. Es decir, somos todos iguales en libertades y derechos, lo que significa, que si mi libertad o derecho lo ejerzo afectando los derechos y las libertades del otro, ya deja de ser un legal y debido ejercicio por el espíritu mismo de la “Declaración”. El artículo 18 por su parte, reza que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, y de religión.” Pero para que la libertad sea ejercida debidamente, debe contener en si misma el respeto por el contenido de esa creencia o religión. Si yo no conozco la religión del otro, difícilmente pueda respetarla. El grave problema que hay en la actualidad, es que poco se conoce de los musulmanes, pero sin embargo, se ha hecho corriente el falso conocimiento que los medios desean imponer, haciendo relacionar la palabra violencia con Islam.

El artículo 19 garantiza el derecho a la libertad de opinión y de expresión, agregando que “este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones y el de difundirlas sin limitación de fronteras por cualquier medio de expresión”. Por supuesto que la caricatura se difundió e incluso fue reproducidapor varios países, y algunos sectores podrían alegar que nadie puede molestaral autor de la misma por hacer legal uso de una garantía. Pero no podemoscaer en un análisis ciego de la letra de la Declaración; sino más bien, el análisisdebe ser integral, haciendo surgir del mismo la verdadera intención del artículo mencionado: el autor de la caricatura es dueño de expresar sus ideas y opiniones, pero… ¡Qué casualidad que su libertad de expresión pasa por ofender a los más de mil doscientos millones de musulmanes en el mundo,con la falsa y violenta representación del líder máximo del Islam! Y agregando con ello, los tiempos sensibles y delicados que vive el mundo, desde el supuesto atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.

De más está mencionar, que las referidas libertades de expresión y culto se encuentran plasmadas y garantizadas también en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. Destaco del Pacto de San José de Costa Rica la garantía del respeto de la integridad moral, de la honra y del reconocimiento de la dignidad humana.También se deja en claro que “nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada ni de ataques ilegales a su honra o reputación”(artículo 5 y artículo 11).

Ante el cuestionamiento de si se ha violado o no el respeto de la honra, la dignidad y la moral de los musulmanes en el mundo, la respuesta es claramente afirmativa, ya que la religión, la creencia, la conciencia y la fe, constituyen la parte innegable de todo ser humano, que es la espiritualidad, la cual nadie puede menoscabar. Y menos públicamente como se hizo, y con Mahoma, a quien ellos respetan más que a cualquier otro. El artículo 13 plantea la responsabilidad ulterior de los medios de prensa por la publicación de ideas que puedan alterar derechos de los hombres. La censura está prohibida, pero no la posibilidad de castigo ulterior, todo sea “para asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás.” Prosigue el artículo diciendo: “Estará prohibida toda propaganda a favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia”… “por ningún motivo, inclusive raza, religión, color y origen nacional.”. Más que claro este importante artículo del “Pacto” que deja sentada la responsabilidad por ejercer la libertad de expresión con el objetivo de incitar a la violencia por medio de propagandas que sugieran cierto odio o rechazo hacia una religión, raza, o un origen; o bien que sean alentadoras de guerras y enfrentamientos armados.

Si visualizamos las caricaturas, o al menos la que más trascendió, notamos que colocar una bomba en la cabeza del Profeta Mahoma con una mecha encendida, es una clara incitación a la violencia que de hecho, provocó, por saber muy bien el autor lo que estaba haciendo, ya que no todos los días la libertad de prensa requiere semejantes inspiraciones para hacer un libre uso de su derecho. También en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se garantiza la libertad de culto y de prensa, con las mismas salvedades que en el Pacto de San José de Costa Rica, conforme el artículo 18, artículo 19 y artículo 20. Por último es útil mencionar la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial. Toda la “Convención” es aplicable, por tratarse el caso de una violación de las creencias y tradiciones de una parte mayoritaria de la población mundial, a la que se intenta apartar o discriminar, argumentando terrorismo y fanatismo en sus prácticas, cuando en realidad, poco se ha tratado de conocerlos y de tomar contacto con ellos enforma pacífica.

Desde el supuesto atentado a las Torres Gemelas, Estados Unidos ha puesto en marcha una campaña publicitaria muy cara e importante. La idea primordial era insertar en los hogares de todo el mundo la noción de que los musulmanes son personas que provocan atentados, que se inmolan, y que el fanatismo religioso los enceguece. Ya nadie se pregunta en qué creen. Sólo lo que interesa es de qué son culpables. Es muy fácil adjudicar a una religión entera la autoría de atentados nefastos para cumplir con el objetivo de separar el oriente del occidente, como si sólo en el oriente hubiera musulmanes. Los dichos del Ministro del Interior de Francia dejan mucho que desear al asegurar que el derecho a criticar es una parte no negociable de la democracia: ¿Qué significa la democracia para él? Me pregunto si en su opinión la democracia incluye el autoritarismo de los medios de prensa que se esmeran en insertar una idea violenta de un grupo religioso determinado. ¿Será democrático incitar a un choque de civilizaciones, ocupar un país entero “por si las moscas” y cometer exterminio de poblaciones enteras, sin que los medios lotransmitan? ¿Aplicaríamos entonces el concepto de libertad de expresión como un derecho que supuestamente se intenta violar en el caso en cuestión?

En mi opinión, no se aplica en este caso, ya que lo que está en juego en estas caricaturas es lalibertad religiosa y de expresar libremente el culto sin ser molestadas las personas por ello. Herir sentimientos y valores que son pilares para los musulmanes o para cualquier otro credo, contradice el espíritu y la letra de todos los instrumentos internacionales. La atención se ha puesto sólo en la libertad de prensa porque se desea insertar un debate capcioso. Pero aquí la prensa ha sido libre, sin censura, y hasta ha sobrepasado los límites. Si bien las reacciones de algunos grupos musulmanes han sido violentas y desencajadas, no podemos detenernos en esos hechos sin analizar la violencia del hecho que les dio origen.

Pues bien, doy unos pasos hacia atrás y también les digo: más violento ha sido Estados Unidos en iniciar la batalla ideológica contra ellos; en tratarlos de fanáticos y extremistas; en mentir como lo ha hecho acusándolos de cuanto atentado hubo; en deformar la imagen de una religión entera en pos de sus intereses. Más violento ha sido el diario danés, en publicar al fundador del Islam con una bomba encendida. En el nuevo concepto de libertad de expresión hay ingredientes agresivos que intentan ser disimulados. Con esto, no estoy justificando en nada las reacciones de ciertos grupos de musulmanes que han provocado estragos, destrozos, muertes y amenazas. Rechazo cualquier tipo de violencia. Sólo lo que intento hacer es correr la mirada hacia otro aspecto de esta problemática que no comienza,ciertamente, con esta publicación del diario danés; más bien diría que es una consecuencia de una campaña satánica que ya lleva varios años.

Para finalizar, es mi deseo que no nos sigan engañando con la inclusión de nuevos conceptos de democracia. Tanto ha costado llegar a ella no para que se cometan las mismas atrocidades que se cometían sin ella. La hipocresía impartida por “el eje del bien” hace que realmente creamos que hay “un eje del mal”. Y llegar a ver lo que sucedió: que hasta los periodistas puedan bromear con Mahoma sintiendo un manto de impunidad tal, que hasta crean que están en lo cierto y defiendan su postura con todas las garras. En esta nueva era, hay que abrir los ojos, y conservar los valores tal cual son ellos: que la libertad de expresión sea una libertad saludable, ética, moral y respetable. Y que de ningún modo su ejercicio menoscabe el ejercicio o la libertad de otras personas.

Nínawa Daher
Artículo perteneciente a Alta Política - Primer Observatorio de las Relaciones Exteriores
Agradecimientos Fotografía perteneciente a Nínawa Daher

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