Me hubiera gustado ayudarte a cargar la cruz aquel triste día en Palestina.
Me hubiera gustado estar allí presente, caminando junto a vos, impidiendo que te lastimen con esos latigazos de la verguenza.
Me hubiera gustado quitarte la corona de espinas, y ponérsela a esos malditos que se reían mientras vos sufrías.
Me hubiera gustado cubrir tu frágil cuerpo, que estaba desnudo para provocarte más y más humillación.
Me hubiera gustado ser Verónica, y cubrirte el rostro con un paño de tela, para que me quede siempre en mis recuerdos.
Yo te hubiese puesto el hombro para que descanses, y no te hubiese dejado caer las tres veces que lo hiciste. No hubiera permitido que camines hasta el cansancio, sabiendo que el destino final era sólo la muerte.
Y al ver esos clavos, introducirse en tus muñecas, hubiera empujado a esos malditos y a ellos se los hubiera clavado. Hubiera golpeado a cada uno que te burle, que te denigre, que te lastime por dentro y por fuera.
Pero sé Jesús, que no estarás contento con lo que escribo, porque tú me dirás: "Era la voluntad de Dios"; "Sin mi muerte, no hubiera habido resurrección"; "Así estaba escrito, debía morir, para el perdón de los pecados del futuro, y demostrar que puedo vencer a la muerte porque realmente era el hijo de Dios". Sí, Jesús, lo sé. Sin esa tragedia, no hubiera habido mensaje. Pero es difícil soportar que a un hombre tan bueno como vos, le hayan hecho tanto daño. Algo así se repite, en las mismas tierras que vos pisaste, en donde encuentro varios Jesús, varios Judas... Será cuestión de esperar, como en la Semana Santa, el momento de la Vida, de la Resurrección, de la Pascua verdadera. Ya llegará, así como al tercer día, llegó para vos, mi querido Jesús.
Me hubiera gustado estar allí presente, caminando junto a vos, impidiendo que te lastimen con esos latigazos de la verguenza.
Me hubiera gustado quitarte la corona de espinas, y ponérsela a esos malditos que se reían mientras vos sufrías.
Me hubiera gustado cubrir tu frágil cuerpo, que estaba desnudo para provocarte más y más humillación.
Me hubiera gustado ser Verónica, y cubrirte el rostro con un paño de tela, para que me quede siempre en mis recuerdos.
Yo te hubiese puesto el hombro para que descanses, y no te hubiese dejado caer las tres veces que lo hiciste. No hubiera permitido que camines hasta el cansancio, sabiendo que el destino final era sólo la muerte.
Y al ver esos clavos, introducirse en tus muñecas, hubiera empujado a esos malditos y a ellos se los hubiera clavado. Hubiera golpeado a cada uno que te burle, que te denigre, que te lastime por dentro y por fuera.
Pero sé Jesús, que no estarás contento con lo que escribo, porque tú me dirás: "Era la voluntad de Dios"; "Sin mi muerte, no hubiera habido resurrección"; "Así estaba escrito, debía morir, para el perdón de los pecados del futuro, y demostrar que puedo vencer a la muerte porque realmente era el hijo de Dios". Sí, Jesús, lo sé. Sin esa tragedia, no hubiera habido mensaje. Pero es difícil soportar que a un hombre tan bueno como vos, le hayan hecho tanto daño. Algo así se repite, en las mismas tierras que vos pisaste, en donde encuentro varios Jesús, varios Judas... Será cuestión de esperar, como en la Semana Santa, el momento de la Vida, de la Resurrección, de la Pascua verdadera. Ya llegará, así como al tercer día, llegó para vos, mi querido Jesús.
Nínawa
Texto escrito por Nínawa Daher el Sábado, 11 de abril de 2009 a las 0:10
Agradecimientos fotografía de Nina
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