Son dos mujeres que cuentan su angustiosa experiencia de saberse lejos de sus familiares que viven y sufren el enfrentamiento en el Oriente Medio y que pese a las diferencias entre ambos pueblos, están unidas por el mismo sentimiento.
Buenos Aires (Télam). En estos tiempos de enfrentamientos y cuando parece que un abismo separa a judíos y musulmanes en tierras del Medio Oriente, a miles de kilómetros de distancia, en Argentina, familiares de unos y otros se encuentran unidos por un sentimiento común que no entiende de ideologías; el temor por la seguridad de sus parientes.
La guerra no declarada se hace sentir en la casa de Nínawa Daher, hija de padres libaneses cristianos que inmigraron a Argentina cuando eran jóvenes y con sus abuelos viviendo en el Líbano, de la misma manera que en la de Karina, que prefirió preservar su nombre, y cuyos tíos y primos habitan en Haifa, una de las zonas más castigadas por el conflicto.
Las dos por separado coincidieron en que lo más desesperante es la dificultad de comunicarse con los seres queridos, algo que en tiempos de paz hacían de forma cotidiana a través de los nuevos instrumentos que brinda la tecnología.
"Antes del 12 de julio yo hablaba una vez a la semana con mis abuelos, chateaba con mis primos... desde ese momento, en casa no dormimos, llamamos todo el tiempo y tenemos miedo por ellos.", explicó Nínawa, una abogada de 26 años que desempeña el cargo de presidenta de la Juventud de la Federación de Entidades Argentino-Árabes de Buenos Aires (FEARAB).
Karina todavía tiene esa posibilidad de comunicación, aunque en su interior sabe que en cualquier momento esa oportunidad puede sufrir un revés, por eso aprovecha y llama todos los días. "Mis tíos y primos me van contando cómo va la guerra, y aunque no es la primera vez que viven una situación similar, no sé por qué ésta vez lo hacen de una manera distinta.", contó.
Resulta muy difícil para cualquiera que esté alejado de esas zonas de conflicto imaginar al menos la vida cotidiana mientras fuera estallan misiles y suenan las sirenas para acudir a los refugios, pero estas dos jóvenes echan un poco de luz a ese enigma.
“Es maravilloso lo que me cuenta mi tío de cómo se organizan para hacer de los refugios un espacio donde no falta nada: comida; bebidas; frazadas; juguetes para los chicos; un televisor; celular. Pero lo dramático es el poco tiempo que tienen para ir a esconderse a esos lugares; apenas 20 segundos para llegar al refugio. Para mi ese tiempo es nada cuando está en juego tu vida”, contó Karina.
En el Líbano, la sorpresa de los bombardeos tomó desprevenidas a miles de familias que debieron abandonar sus hogares y refugiarse en lugares remotos.
"Mi abuelo y mi abuela quedaron separados: ella abandonó su casa luego de que le cayera una bomba en el almacén de al lado y está refugiada en un cuarto con una hija suya, y mi abuelo no puede salir de la casa de veraneo porque están cortados todos los caminos", explicó Ninawa.
Según contó, es muy común en el Líbano que la gente tenga dos casas entre las que se alternan, y este factor contribuyó a que miles de familias quedaran separadas. "Mis siete tíos están desparramados por todo el país. Hace poco me mandó un mail una prima hermana mía y me contó que el padre nunca pudo volver de la casa de veraneo porque estallaron los bombardeos y le cortaron los caminos. El padre y la hija están separados hace ocho días", agregó.
La angustia y la incertidumbre por la lejanía se cuelan en cada una de las palabras de estas dos mujeres, y es compartida por sus padres y hermanos argentinos que quieren saber a cada instante por la suerte de sus familiares.
“Mi familia la vive con mucha angustia y dolor por saber como están; mi madre vive expectante a mis llamadas a Israel”, reconoció Karina, mientras que Ninawa no pudo dejar de pensar en su abuela que con 86 años está refugiada en un lugar donde no puede comunicarse con nadie."Eso es lo que más me duele, no poder ni siquiera hablar para saber cómo está", se lamentó.
Entre tanta zozobra hubo espacio para recordar momentos felices, como el viaje que hizo Ninawa a la tierra de sus antepasados donde se dedicó a disfrutar el día a día de sus abuelos y sus tíos a los que recordó como “muy familieros”.
Karina, por su parte, trajo a su memoria las historias que le contaron de sus tíos y tres primos que se fueron a Israel hace 40 años, formaron sus propias familias, y participaron del crecimiento del país que eligieron.
"Descendientes de libaneses e israelíes, unidas por el miedo" - Nota Colección para Blog "Amigos de Nínawa Daher" - Artículo de "Línea Capital" - Sección "Sociedad" - 25 de julio de 2006
Agradecimiento a fotografía de Nínawa Daher
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