Querida Nuni:
Estamos aquí preguntándonos todavía cómo es posible que te hayas ido a través de esta muerte repentina, sin tiempo para abrazos, sin tiempo para despedidas, sin tiempo y tan inentendiblemente. Todavía nos cuesta creerlo. No nos alcanzan las lágrimas para llorar ni las preguntas para preguntar. Nos sentimos desolados y aún no sabemos cómo haremos para transitar sin vos el resto de vida que nos queda.
¡Cuánto daríamos por que nada hubiera pasado! ¡Cuánto daríamos por tenerte de nuevo entre nosotros! Imposible pensarlo. Si Dios me pidiera algo a cambio de tu vida, se lo entregaría. Pero Dios no lo pide.
Sin embargo, a pesar de tanto dolor, hoy podemos comprender que te fuiste pero seguís estando. Que en apariencia llegó tu fin pero aún no terminaste tu obra. Hoy tu corazón ya no late pero su eco sigue generando gestos de amor. Tus ojos se cerraron pero su resplandor continúa iluminando. Nos dejaste pero sabemos que no nos abandonaste.
Amiga, ¿cómo hacer para recordarte de la forma en que lo merecés? ¿Qué palabras decir que estén a la altura de tus propias palabras, de tus acciones y de tus gestos?
Tal vez no haya mejor palabra que te defina que la palabra amor. Viviste en el amor a Dios, a la vida y al prójimo cada día. Por eso, más allá de las lágrimas y las preguntas, la mejor forma de homenajearte, la mejor forma de recordarte y la mejor forma de agradecerte es mutando nuestro dolor en acciones positivas. Tu presencia, que se ha transformado, nos transforma también a los que aún estamos en este camino. Tu ausencia, tan desgarradora debido a la grandeza de tu paso por aquí, nos hace entender que debemos trabajar para ser mejores de lo que éramos cuando te despedimos. Tus alas continúan repartiéndose entre muchos y tu energía no cesa de contagiar almas. Todo esto es consecuencia del amor en el que viviste, que te hizo grande y te convirtió en eterna.
Nuni, ¿cómo hablar de vos sin dejar de decir nada?
Mientras estuviste a nuestro lado nos regalaste tu ternura constante, tu sonrisa hermosa y tus palabras siempre suaves, aun cuando estabas cansada, aun cuando sentías que lo habías dado todo. Fuiste el ejemplo de los pequeños gestos, del buen trato y de una mente inclinada a pensar siempre bien de los demás. Te convertiste en una gran defensora de las causas que considerabas justas y tuviste una valentía que sólo pocos tienen en este mundo. Es así que, por todo el bien que hiciste, por las veces que te dejaste de lado a vos misma para darte a los demás, sos ahora una estrella en el cielo. Y en la generosidad que te caracterizó, esta estrella que colocamos aquí será una continuación de tu amor a la vida. Que a través de tu recuerdo ilumine a quienes conduzcan por este camino, como un lucero brillante, eterno y generoso que marca el buen rumbo.
Amiga, hoy me duele la vida por tu ausencia. Sabés que siempre te reprocho que me hayas dejado la parte más difícil de nuestra amistad: el quedarme sin vos. Me encargaré de repetírtelo cuando nos reencontremos. Le escribiste a Sumi, una vez, que nada es triste para siempre y que todo es superable, incluso la muerte. Deberás perdonar que te contradiga, querida amiga, pero te puedo asegurar que tu partida será siempre indeciblemente triste. Sin embargo, si superar tu ausencia implica transformar este vacío en acciones positivas, entonces tal vez algo de eso podamos hacer. Aunque yo no hablaría de superar (no me imagino superando tu muerte nunca), tal vez hablaría de mutar el dolor. No tengo dudas de que eso es lo que nos estás pidiendo. Espero que, cuando volvamos a encontrarnos, puedas felicitarnos por la forma en que transformamos esta pérdida jamás pensada. Mientras tanto, ayudanos a seguir sin vos y a caminar por la buena senda. Y, desde donde te encuentres, seguí dando tu amor a todos, llenando los corazones de alegrías, colmando tristezas y dibujando sonrisas. Seguí porque lo estás haciendo bien.
Nuni, amiga, qué más decir aparte de que te amamos y te extrañamos infinitamente. Qué más decir aparte de que seguimos tu luz, aunque nos duela el alma sin medida. Ojalá, seamos cada vez más los que caminemos alumbrados por tu luz y guiados por tu estrella. Ojalá, querida amiga.
Carta escrita por Julieta Herrera Bustos y dedicada a su amiga Nínawa Daher, en ocasión de la Inauguración de la Estrella Amarilla en el lugar del accidente (Señal de la Campaña de Concientización Vial de la Provincia de Buenos Aires) el sábado 27 de agosto de 2011.
Agradecimientos muy especiales a Julieta por permitirnos publicar la carta y por la hermosa fotografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario