domingo, 12 de octubre de 2014

"Nínawa Daher, el rostro joven y femenino de la humildad" por Francisco Javier Correa


Es muy difícil expresar con brillo humano el esplendor divino de un alma. Por eso sólo atino a contemplarla. Como una aurora interminable y fija en el horizonte del tiempo, Ninawa comenzaba desde niña a testimoniar el esplendor sencillo de aquella virtud que es al fundamento y el abono de todas las demás: su humildad. Y, hoy al despertar, me sentí profundamente conmovido ante una noticia tan gozosa, atinada como abrumadora para un amigo, sus colegas y, ciertamente, su familia. Se informa su postulación a la beatificación en una Agencia Católica y en varios medios argentinos. Ninawa ha manifestado su presencia entre nosotros con tal caudal de gracias y bendiciones concedidas…, que ha llegado a conjeturarse su santidad, con la prudencia del caso, con santo pavor y reverente obediencia a la Iglesia que tanto amaba…, Iglesia que contenía al “Amado de su alma, su razón de vivir y de morir”, Jesucristo. Les pido que lean esta noticia aparecida la semana pasada en la Agencia de Noticias Católicas (AICA). Muchos Medios han comenzado a hacerse eco de esta noticia, como Infobae, Cadena 365, Terra y otros. Y no es para menos. La humilde serenidad, prudencia y reverencia deben animar la interpretación de este hecho trascendental.

Como colega y amigo, el haber compartido con ella instantes de cielo y tierra bien trenzados por la alegría (definida como “el amor disfrutado”), no dejo de estar absorto ante la posibilidad de que Ninawa sea algún día, con los tiempos de Dios y de la Iglesia, una santa referente de los jóvenes y periodistas del Tercer Milenio. El caudal de testimonios sobre las virtudes heroicas de Ninawa es arrollador, al igual que las gracias especiales concedidas por su intercesión (especialmente en la defensa de la vida, su dignidad y trascendencia). Pidiendo al cielo serenidad, también resalto las virtudes que deben contenernos ante este anuncio maravilloso: la prudencia y la humildad. Dos luminarias que suplicamos a nuestra Ninawa para entender que la santidad, la vida cotidiana santa, la vida interior fecunda en Jesucristo, también es un servicio divino, y no un mero galardón humano.

Pedimos, exhortamos, a que con confianza acudamos con nuestras súplicas y necesidades a Jesucristo y a su amantísima Madre María, por este sendero sonriente y sereno llamado Ninawa Daher. Su fragancia presente en cada obra, en cada palabra, cada gesto, en cada proyecto, no es otro que “aquel buen olor de Cristo Jesús”, en la humildad de Nazaret. Escriban y envíen por este medio todos sus testimonios, sus gozos y sus alegrías, por la intercesión de Ninawa. Su amada Santa Teresa de Jesús (a quién tanto quiso imitar) decía: “Humildad es andar en verdad”. Y esa es la verdad que Ninawa buscó sembrar como hija, mujer, periodista, abogada y, por encima de todo, como católica comprometida e impetuosa, en un ambiente hostil, relativista y encerrado en sí mismo.

Ninawa es la mujer de la trascendencia joven, es la deliciosa e indeleble huella de Dios en los Medios de Comunicación Argentinos. Ninawa estaba convencida de que la humildad es la verdad mansa dicha con firmeza, y no un mero “perfil bajo” que se acomoda al ambiente y a las circunstancias. Ninawa fue siempre eco, resonancia, de la Verdad de Jesucristo, a tiempo y a destiempo, olvidándose de sí misma con la abnegación de un centinela bien despierto en la Aurora del Tercer Milenio. Al escucharla, muchas veces aparecía como esplendente, con la belleza sobrenatural de las profecías, del sacerdocio y de la realeza.

Tal vez por eso mismo se ha llegado hasta aquí; colocándola en la lista de postulados a la beatificación, lo que nos inunda del santo temor de Dios y al mismo tiempo de la serenidad y el gozo de una cosecha fecunda e interminable. Es por la gracia de Dios que vivimos en experiencia propia la victoria en la vida y la santidad en nuestra conducta. Ninawa lo sabía. Todo es mérito de la Gracia en su alma. Cuando la semilla de la santidad queda sembrada en nuestros corazones, será la gracia de Dios la que la riega. El Espíritu Santo se hará cargo de que crezca. Cuando llega la humildad a la plena madurez, florece hasta producir un bello ramo de santidad. Nuestra vida y nuestra conducta van a reflejar la belleza del carácter de Cristo. La humildad es el secreto a la santidad. Y es eso lo que te pedimos, Ninawa, humildad, prudencia y alegría para acompañarte, imitarte y celebrarte…. como la dama cuya sonrisa cristificada, cuya mirada inundó la tierra de la luz bautismal que santifica y el cielo del caramelo de tus ojos libaneses…, probablemente los mismos ojos de Jesucristo y de su Madre que fueron y son de tu misma raza….A ti nos encomendamos, ayúdanos a ayudar; hasta el encuentro definitivo… Tu amigo de siempre…

Francisco Javier Correa

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